Sobre Cuadernos urgentes Nº 3. Monográfico: Cronwell Jara Jiménez

Américo Mudarra Montoya1

1Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima, Perú

Correspondencia:

Américo Mudarra Montoya
amudarram@unmsm.edu.pe
Fecha de recepción: 24/05/2020 - Fecha de aceptación: 24/06/20290

El proyecto editorial que ha puesto en marcha Cuadernos Urgentes constituye una empresa en defensa del espíritu crítico y de la búsqueda de una ponderación más fina del corpus de la literatura peruana. En efecto, en cada uno de sus tres números —que, en el caso de este tipo de textos, es casi como considerar su tiempo de vida entre nosotros, seres finitos—, Cuadernos Urgentes ha contribuido a esclarecer el panorama de la literatura peruana a través de una colección de estudios que significan tanto la puesta en valor de ciertas propuestas narrativas —hasta el momento, ninguna obra poética ha llamado la edición de los autores: ¿será acaso el momento de considerar esa posibilidad?— como un ejercicio de producción intelectual generado sobre la base del rigor científico y del manejo bibliográfico pertinente. En tal sentido, la apuesta detrás de este singular texto se asienta en la búsqueda de una tradición crítica que, como varios otros asuntos en nuestro país, todavía se encuentra en proceso de desarrollo. Por ello, considero que son varias las razones por las cuales la publicación del tercer número de Cuadernos Urgentes constituye un evento de principal relevancia para los estudios literarios en el Perú.

En primer lugar, esta tercera edición significa la continuidad de un proyecto que ya ha demostrado con sus anteriores entregas su exigencia crítica, manifiesta en el tamiz de la selección de sus estudios. Sin lugar a dudas, estos textos se han caracterizado desde un inicio por preocuparse por la calidad de los trabajos que incorporan en su interior. Se trata de propuestas que, por un lado, ensayan lecturas novedosas, que escapan a los lugares comunes que los estudios canónicos o, incluso, las primeras recensiones han terminado imponiendo en el acervo de los críticos —fenómeno que, en los peores casos, provoca que el adjetivo devenga en axioma y la impresión, en afirmación inconcusa— y, por otro lado, renuevan el arsenal teórico empleado para analizar los textos. Este valioso esfuerzo por conjugar la originalidad de las propuestas de lectura y el aparato teórico que sostienen estas aproximaciones constituye uno de los pilares de esta empresa editorial.

En segundo lugar, este último número aborda la obra de un narrador que solo recientemente comienza a ser valorado entre los especialistas de análisis literario. La obra de Cronwell Jara Jiménez, escritor que desde hace casi cuarenta años ha desarrollado un trabajo encomiable en varios frentes, el relato infantil, la poesía, el cuento, la novela, la transcripción de relatos orales, fue galardonada a inicios de este año por la Casa de la Literatura Peruana. Ciertamente, la coincidencia entre esta presea y la edición de este tercer número de Cuadernos Urgentes puede ser leída como un signo de la importancia que ha adquirido la obra de Jara para las nóveles generaciones de estudiosos de la literatura. Asimismo, los diferentes artículos reunidos en esta entrega demuestran de manera notable las virtudes de una propuesta escritural que se caracteriza por su densidad significativa, su riqueza de imágenes y su capacidad para problematizar un sector de la realidad peruana de manera honda. Por supuesto, el re-descubrimiento de esta obra es, también, una muestra más de la lentitud del sistema crítico peruano para ponderar y apreciar la valía de los escritores que comenzaron a publicar después de 1970.

Por otro lado, entre las diferentes lecturas expuestas en este volumen de Cuadernos Urgentes, me gustaría destacar cuatro, que, a mi entender, enriquecen notablemente los estudios sobre la narrativa de Jara. En primer lugar, el estudio de Carlos Yushimito del Valle, él a su vez también un narrador digno de mención entre los escritores actuales, propone una lectura singular de una de las obras más famosas de Jara, Montacerdos. Su estudio lleva por título «Montacerdos como estado de excepción: mito, ciudadanía y violencia». A partir, fundamentalmente, de las ideas del filósofo italiano Giorgio Agamben sobre la nuda vida y el estado de excepción, Yushimito propone que Montacerdos es «el relato de agonizante de una moribunda que recuerda la instalación fugaz de su familia sobre los despojos del desierto; y que, en el relato de ese acontecimiento, decide no morir, narrando» (20). El estudioso propone que la narración, entonces, al ser evocada desde la voz y la perspectiva de Maruja, cuya única autoridad, según Walter Benjamin, reposa en su carácter de moribunda, adquiere «la soberanía para evaluar la experiencia de la propia vida y para comunicarla como un acto de supervivencia. De este modo, pasa ella a contar desde una “mirada profana” los breves instantes de horror, violencia y belleza de la historia; esas fugaces apariciones que se perderían, de lo contrario, como acontecimientos residuales e invisibles en un mundo que ya no conserva los recuerdos, sino que simplemente los acumula» (38-39). El texto de Yushimito permite repensar el carácter político de un relato que, desde su primera edición, constituye un referente en la narrativa peruana.

En segundo lugar, el artículo de Marie Elise Escalante, «Desarraigo y animalidad en Faite de Cronwell Jara». El propósito de la lectura de Escalante consiste en mostrar de qué forma, en la novela Faite,«la marginalidad implica al menos dos problemáticas, el tema del desarraigo y la cuestión de la animalidad […] los cuales están relacionados entre sí, pues es la desposesión de un territorio y en el plano más personal y subjetivo, de un hogar o casa lo que hace que los personajes sean considerados animales o subhumanos por el resto de la sociedad» (63). En otras palabras, la condición de marginalidad en la novela relaciona los procesos de desarraigo y la pérdida de humanidad de los personajes. De esta manera, la pérdida del hogar significa poner en riesgo la propia humanidad. Para la investigadora, entonces, la última novela de Cronwell Jara, Faite, «ofrece una exploración del desarraigo y la marginalidad como formas de vida. Nos demuestra que estas tienen hondo impacto en la subjetividad, en la visión del mundo de los que tienen que padecerla. Un aporte importante de la obra es su apertura a lo maravilloso. Lejos de ofrecer una mirada fatalista y resignada a esta situación, Jara invita a los lectores a pensar o imagina que otro mundo, otra sociedad es posible. Este horizonte utópico y mítico, que reúne arte sublime y degradación es uno de los principales aciertos de esta obra» (73). En efecto, el carácter utópico de la novela ofrece la posibilidad de leerla en clave política, como un discurso que revela estéticamente la injusticia social.

En tercer lugar, la lectura que ensaya Aymará del Llano, «Bandoleros, enfermos, brujos, milagreros, pobres y cazadores. El discurso migrante en los relatos de Cronwell Jara» es un aporte para comprender los procesos culturales que transversalmente recorren la narrativa del autor piurano. En principio, la estudiosa reconoce la diversidad de personajes que pueblan la narrativa de Jara Jiménez. Para ella, el rasgo central que comparten los mismos proviene de su capacidad para mantener su legado cultural como una fuerza que determina su propia identidad. En otras palabras, la mayor parte de los personajes de Jara «sostienen sus tradiciones heredadas, leyendas y magias revividas, además de misterios dominantes. La desprotección, avasallamiento y abandono del Estado en cuanto a la educación y la salud surgen como los causantes de situaciones extremas, aun cuando esos sujetos aspiran a una vida digna centrada en una cosmovisión de mundo precapitalista que se podría ubicar a mediados del siglo XX o incluso antes» (111). En tal sentido, Del Llano estima la necesidad de comprender esta pluralidad de personajes en relación con el sustrato cultural de la realidad peruana, que involucra una serie de contactos entre grupos heterogéneos, que no siempre consiguen armonizar sus diferencias. Por ello, la propuesta de lectura de la estudiosa se centra en identificar la manera en que opera el discurso migrante como un rasgo que permite vincular las experiencias de los personajes en la narrativa de Jara Jiménez. El artículo concluye con la afirmación de que esta diversidad de personajes brinda una imagen compleja de los procesos culturales en el Perú. Del Llano concluye afirmando que la categoría de totalidad contradictoria, propuesta por Antonio Cornejo Polar, «está presente en el discurso migrante de Cronwell Jara. Su discurso es abierto, los sujetos son erráticos y trashumantes, difusos y heterogéneos. La oralidad es parte de esa heterogeneidad que actúa en el discurso problematizando la cultura de la letra y recuperando la memoria colectiva» (126).

Por último, resulta imprescindible comentar el breve, pero rotundo ensayo de Javier Morales Mena, que cierra esta colección. El texto en cuestión lleva el título de «La poética de Cronwell Jara Jiménez: estética y política». Morales Mena afirma, en un inicio, que el problema central que pretende abordar su investigación aborda es la «poética» detrás de la escritura de Jara Jiménez. Por tal término, el investigador entiende «la explicación de las motivaciones que los empujan a componer historias o a reconstruir imágenes mediante versos» (149). Asimismo, insiste en que las ideas que organizan la poética del autor no solamente se hayan en su obra creativa, sino que «puede tener diversos registros expresivos» (149). Morales Mena realiza una selección sugerente de los materiales que, a su criterio, permiten recolectar información relevante para reconstruir la poética de Jara. La revisión minuciosa de estas fuentes le permite afirmar al crítico que la obra del autor piurano tiene en la estética y la política dos de sus pilares más importante. Para el estudioso peruano, entonces, «Explicar la génesis de su escritura asociada al desafío de encontrarse el estilo literario para plasmar la memoria de su tradición cultural pasada y presente, oral y escrita, y entender que la introducción de problemas sociales hacía visible la orientación política de sus reflexiones sobre el arte de narrar, permitieron ver que estos elementos de la poética de autor resultan materiales significativos para efectos de comprender alguna de las complejas dinámicas que proponen sus relatos» (158). De esta forma, el autor consigue dibujar dos elementos centrales en la organización del universo ficcional que proponen los relatos de Jara Jiménez.

Conclusión

En conclusión, considero que esta tercera entrega de Cuadernos Urgentes constituye un hecho trascendental para el circuito literario y los estudios sobre literatura, ya que permiten valorar la obra de un narrador que, por desidia o incompetencia, no ha sido, hasta el momento, todavía no ha recibido el reconocimiento que merece. Asimismo, la preocupación por difundir investigaciones que renueven el arsenal teórico existente, así como por ofrecer lecturas novedosas, que se liberen de los tópicos anquilosados que pululan en el ambiente académico son dos razones más para justipreciar esta última entrega de Cuadernos Urgentes. Sin duda, cada uno de los artículos que integran esta colección constituyen una sugerente propuesta de lectura que contribuye a mejorar nuestra comprensión de uno de los narradores más importantes y, también, menos estimados por la crítica peruana.

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